Solo el frío de una mañana solitaria es capaz de derrumbar o mantener todo aquello que tu mente se ha empeñado en conservar. Pero, luego todo regresa a la "normalidad" esa, en la que los secretos se derraman, los anelos se ahogan, las sonrisas se fingen y los sentires explotan.
Que bello es recordar que estas vivo, mientras observas como los jardines se marchitan de desesperación por no poder disfrutar lo que se encuentra a su alrededor.
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